lunes, 1 de junio de 2015

¿Ansiedad?

Quién no ha oído hablar de alguien que ha sufrido ansiedad, o quién no la ha experimentado en primera persona.


Es la causa principal de demanda de asistencia psicológica y médica. En ocasiones se denomina ansiedad a un estado de nerviosismo, pero el concepto engloba mucho más que eso.



La ansiedad es una respuesta innata cuyo fin es la supervivencia. Cuando nos encontramos ante un peligro, ésta se dispara , haciendo que reaccionemos de la forma más eficaz. Por tanto, la ansiedad es beneficiosa, ya que nos ayuda a enfrentarnos a situaciones difíciles.

No obstante, puede ocurrir que nos traicione, como en situaciones que no suponen ningún riesgo pero la persona las evalúa y siente como amenazantes (subir a un ascensor) o cuando ante una situación concreta debe actuar de manera especial (un examen).

Entre los trastornos de ansiedad se encuentran las fobias, el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno de pánico, la agorafobia, el trastorno por estrés postraumático, el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de ansiedad social, etc. 


El miedo escénico es una forma de ansiedad social, que se manifiesta frente a grupos y ante la inminencia de tener que expresarse en público o por efecto de imaginar dicha acción. En el caso del trastorno de ansiedad generalizada, la ansiedad patológica se vive como una sensación difusa de angustia o miedo y deseo de huir, sin que quien lo sufre pueda identificar claramente el peligro o la causa de este sentimiento.

Se considera trastorno cuando el problema se ha instaurado en la vida de la persona desde hace tiempo y ésta ve su vida limitada por culpa del problema.

Cuando la ansiedad se convierte en patológica, provoca malestar significativo, con síntomas que afectan tanto al plano físico como al conductual y psicológico, entre los que cabe destacar:


  • Físicos: sudoración, sequedad de boca, mareo, inestabilidad, temblores, tensión muscular, cefaleas, parestesias, palpitaciones, taquicardias, dolor en el pecho, náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, micción frecuente, problemas de la esfera sexual…
  • Psicológicos y de conducta: Aprensión, preocupación, sensación de agobio, miedo a perder el control, a volverse loco o sensación de muerte inminente…Dificultad de concentración, sensación de pérdida de memoria. Inquietud, irritabilidad, desasosiego. También, conductas de evitación de determinadas situaciones. Inhibición o bloqueo psicomotor. Por último, obsesiones o compulsiones.


Para el superarla, los tratamientos han de atacar diversos frentes. Los más comunes han sido las técnicas derivadas de la terapia cognitivo-conductual, que se focaliza en analizar , contrastar los pensamientos, muchas veces distorsionados, y reemplazarlos por otros más funcionales y adaptativos, combinado con el entrenamiento del paciente a través de técnicas de relajación, hoy en día muy de moda,  el mindfulness ( consciencia plena en el estado actual y un “dejar fluir “ las emociones y las sensaciones corporales, muy en consonancia con la meditación).

Otro tratamiento muy común cuando la ansiedad es fuerte, es la medicación. Esto supone muchas veces un tema de controversia puesto que el abuso de estos fármacos o su “toma a la ligera” puede ocasionar mayores problemas (dependencia del fármaco) si se dejan de lado otros aspectos esenciales.

La medicación sólo debería ser recomendable en casos muy graves cuando el nivel de ansiedad es tan elevado que impide el trabajo de pensamientos, físico y de conducta.Se ha demostrado que el ejercicio físico y el establecimiento de una rutina, con horarios establecidos, favorece notablemente la disminución de ansiedad.

 Dependiendo de la raíz del problema también se pueden tratar las causas o los motivos por los que puede surgir la ansiedad, a veces muy relacionada con estilos de apego en la infancia, o algún acontecimiento traumático vivido.

Además, se enseña a la persona a reaccionar de manera distinta y con herramientas nuevas para romper el ciclo de ansiedad en el que se halla inmerso/a. ( recurso muy utilizado en la terapia breve estratégica).

La ansiedad limita considerablemente y puede incluso ir de mano de la depresión, afectando terriblemente a quien la padece, pero gracias a la variedad de técnicas existentes y su adaptación a cada persona y problema, se puede superar.


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