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jueves, 2 de julio de 2015

FLUIR... Vacio existencial, depresión, ansiedad…

¿Te has parado a pensar si estás haciendo lo que realmente te gusta hacer?


Quizás sólo busques el placer inmediato o te dediques a algo que para tí no tiene sentido.


Mihaly Csikszentmihalyi, el psicólogo y sociólogo croata y residente en Estados Unidos acuñó y desarrolló el término fluir para describir el estado que nos hace funcionar a pleno rendimiento, concentrados en la actividad que realizamos, lo que nos llevará a alterar la percepción del tiempo, a olvidarnos del yo y experimentar una felicidad mucho más profunda que la simple obtención de placer.



Su teoría se basa en estudios y encuestas que muestran la cantidad de gente que no sabe qué hacer en su tiempo libre, que se siente desamparada y perdida en un mar de oportunidades ilimitadas y termina no haciendo nada, o se apoltrona el sofá, con el mando de la tele y la cerveza en la mano. ¿Cuándo somos más felices entonces? Aunque no siempre nos damos cuenta, es en el trabajo (la actividad adulta que más se asemeja a un juego infantil, según el sociólogo) cuando somos más felices, porque es aquí donde más oportunidad tenemos de fluir.

Tiene que existir un equilibrio entre nuestras habilidades y los desafíos a que nos enfrentamos. Por ello, el peor acoso laboral es impedir la posibilidad de fluir, ya sea a través de tareas demasiado fáciles, que nos llevan al aburrimiento, o a través de tareas demasiado complicadas, que nos provocan estrés. Por ello es imprescindible aprender a fluir y ser feliz en el trabajo.

Todo empieza siendo conscientes de nuestras habilidades y fijándonos «metas bien definidas y alcanzables », que proporcionen una «retroalimentación inmediata ».Como el escalador que ve retribuido su esfuerzo con un par de metros más cerca de la cima. Cuando esto ocurra, la maquinaria del flujo estará en marcha. Ya sabemos que un tercio de la vida lo pasamos durmiendo, pero lo que no siempre somos conscientes es que el resto del tiempo no siempre estamos despiertos.

Según Csikszentmihalyi, un tercio de nuestra vigilia lo pasamos haciendo «actividades de mantenimiento», como vestirnos, desplazarnos o comer, actividades necesarias pero que solemos hacer sin poner en ellas atención. Otro tercio del tiempo que no pasamos durmiendo lo dedicamos a «actividades productivas», como trabajar o estudiar. Y el último tercio es para las actividades de ocio.

La clave está en intentar fluir llevando a cabo todas estas actividades, nos gusten o no. «No sólo tienes que soportar lo que es necesario, sino que lo has de amar», manifestó Friedrich Nietzsche. Para ello, debemos empezar siendo conscientes de todo lo que hacemos, incluso de las «actividades de mantenimiento» más triviales. (Mindfulness).  Cuando comemos, que nada nos distraiga: el psicomago Jodorowsky hacía que sus hijos contaran los granos de arroz que comían, y así los obligaba a centrarse sólo en el aquí y el ahora. Si conseguimos fluir en todos los aspectos de la vida, lograremos que no haya diferencia entre el ocio y el trabajo, de manera que podremos ser felices aunque nuestro entorno nos lleve a lo contrario. Si no, ¿cómo se entiende que alguien pase toda su vida intentando correr una décima más deprisa? Parece una tontería, pero los que lo hacen saben que tienen el control de sus vidas.

Han encontrado una meta por la que vale la pena esforzarse, y cuando se entrenan o compiten, todo fluye. Los otros, mientras seguimos creyendo que la felicidad es sólo experimentar placer, seguiremos maldiciendo la llegada del lunes.

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