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sábado, 31 de octubre de 2015

Lo niños y el desorden:

Cómo enseñar a los niños a ser ordenados.


Todos los niños disfrutan jugando y sacando uno a uno todos sus juguetes. Pero parece que en el momento en que termina el juego ninguno recuerda que el siguiente paso es recoger. Y aquí comienza para muchos padres el suplicio de obligar a estos pequeños a ordenar su habitación, armándose de paciencia, repitiendo una y otra vez las mismas indicaciones, o incluso acabando por recoger ellos mismos parte de las cosas.


¿Por qué los niños son desordenados?

Sencillamente porque es aburrido. No les gusta ordenar porque significa que ha acabado el juego, y encima toca la pesada tarea de recoger.

Además, desordenar, ver las cosas donde no deben estar, alterar los objetos... no es más que otra forma de experimentar con el entorno, y esto es algo que les atrae mucho, sobre todo en torno a los dos años y medio.

También debemos saber que desafiando las reglas establecidas es como el niño va a aprender qué cosas son importantes, cuáles son las normas, qué actos no acarrean unas consecuencias negativas... 
Por tanto, el desorden es desafiar una norma más, y a través de éste averiguará qué consecuencias tiene. Si los adultos no somos inflexibles a la hora de enseñarles a ordenar como una más de sus responsabilidades, probablemente no llegue a aprender la importancia que tiene.


¿Qué beneficios se obtienen del orden?

  • Sobre todo cuando son pequeños, favorece su orientación y les ayuda a reconocer mejor los distintos espacios de la casa: dónde se juega, dónde se come…  
  • Tener la casa limpia y ordenada evita problemas como accidentes, enfermedades (ácaros…), pérdidas de objetos y demás.
  • Educar a un niño a ordenar las cosas le supone un beneficio incalculable para que en el futuro sea una persona ordenada a nivel material, a nivel social, a nivel sentimental, a nivel intelectual, a nivel laboral…

Por tanto, aunque a veces cunda la desesperación, nunca debemos darlo por perdido. Hay que tener paciencia y ser perseverantes ante el desorden de los niños. Si observamos que al principio no avanzan en este objetivo, no debemos desistir. Poco a poco y con tiempo, iremos obteniendo logros. 

¿Cómo enseñarles?

Como con tantas otras cosas, la única manera de que una persona sea organizada es creando el hábito desde pequeño, y como tal hábito, se inculca a través de la repetición.

PAUTAS Y CONSEJOS

  • Lo mejor es predicar con el ejemplo. Los niños tienen a imitar a sus padres, sobre todo los primeros años de vida, cuando precisamente mejor se puede adquirir este hábito.
  • Cuando son pequeños, es muy adecuado ayudarles, ponernos a recoger con él y enseñarle cuándo se debe recoger, cómo ordenar y dónde guardar cada cosa.
  • Inculcarles, además del orden físico, un orden en el tiempo, creando rutinas: primero merendar, después jugar, después recoger y después cenar. Esto les ayuda a predecir lo que toca a continuación, y a habituarse.
  • Si es muy pequeño y no sabe cómo recoger, habrá que ponérselo sencillo, comprad una cesta grade o caja o similar donde pueda ir echando los juguetes, no pretendáis que guarde un juego en su caja perfectamente colocado. Cada cosa a su edad y acorde a su nivel de madurez.
  • El momento de recoger no tiene que ser un castigo ni un suplicio, se puede convertir en algo divertido para la familia, haciendo juegos mientras se recoge o cantando canciones.
  • Cuando son más mayores, muchas veces cometemos el fallo de limitarnos a decirle que recoja, pero no nos detenemos a explicarles cómo queremos que recoja, ni le especificamos como tiene que hacerlo. A veces les cuesta ser conscientes de que el recogido superficial que han hecho ellos no es suficiente, que siguen quedando cosas por en medio, o que han guardado las cosas pero no en el lugar que corresponde. En estos casos debemos dar órdenes más precisas: recoge también los cables de la play, estos juguetes guárdalos en el baúl pero aquellos colócalos en las estanterías…
  • Hay que ser realistas en función de su edad, no se puede exigir que sin ayuda u orientaciones recojan como recogería un adulto.
  • Conviene ser convincentes y rígidos al pedir orden. No es algo dramático, es algo necesario. Hay que ordenar porque toca ordenar, no es una opción, igual que hay que lavarse los dientes después de comer o ducharse.
  • Ante una negativa (o dos, o tres, o cuatro...), no hay que rendirse. Nunca debes ordenar tú lo que le has mandado a él, o un día ordenar él y otro recogerlo tú.
  • Un buen truco es poner la tarea de recoger justo antes de otra tarea que le guste. Así, cuanto más tarde en recoger, más tardará en hacer lo que le gusta, e incluso menos tiempo tendrá para hacer eso que le motiva. Cuando no tenga después una actividad que le guste, podemos nosotros mismos proponerle algo que sepamos que le gusta, pero no planteárselo como una recompensa, sino como cosas independientes: “luego podemos ir a pasear al parque, ¿te apetece?, bueno pues ordena la habitación y en cuanto acabes nos vamos”.
  • Elogiar y recompensar cuando ordenen (no necesariamente con cosas materiales, el refuerzo más poderoso es la atención), sobre todo cuando salga de ellos mismos sin que hayamos tenido que decirles nada.
  • Conviene, a medida que se hacen mayores, tratar de darles un razonamiento al por qué ordenar: ahorrar espacio, vivir organizadamente, cuidar las cosas, ahorrar tiempo buscándolas, el desorden afecta a todos los que convivimos juntos… También debemos inculcarles el ser ordenados no sólo en sus juguetes, sino en todos los ámbitos de su vida.

La educación ni es sencilla ni es rápida. No podemos agobiarlos buscando resultados inmediatos ni estar constantemente regañándoles para que ordenen. Es un proceso lento que irán aprendiendo gradualmente. Es conveniente ser realistas y no exigir un cambio radical en un periodo corto de tiempo.

Pero nunca debemos desistir, el enseñar a recoger ayuda a establecer límites, rutinas y normas que no solo ayuda a los niños, sino que influye en toda la dinámica familiar.

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