Hoy vamos a hablar de los problemas a la hora de dormir que muchos niños presentan.
Cuando
hablamos de dificultades con el sueño
nos referimos a los problemas que tienen algunos niños para
conciliar o para mantener el sueño, siendo esta dificultad
clínicamente significativa, es decir, que influye negativamente en
la vida diaria del niño.
Gracias
al sueño nos recuperamos tanto a nivel físico como a nivel
cognitivo. Además, durante el tiempo que estamos dormidos se
instauran los aprendizajes que hemos adquirido a lo largo del día.
Por ello, las consecuencias que pueden darse en un niño que tenga
dificultades al dormir son: problemas de memoria y aprendizaje,
comportamientos irascibles, dificultades de concentración o cambios
de humor, entre otros. Pero además, una alteración en el sueño
afecta no sólo al niño, sino a todo el entorno familiar, ya que
puede verse alterado el patrón de sueño de todos los miembros de la
familia.
En
el recién nacido, el sueño está regulado por las necesidades
fisiológicas, por lo que se despertará cuando tenga hambre o
necesite cambiar su pañal. En torno a los dos o tres meses de vida,
el sueño pasa a depender del ciclo día-noche, y poco a poco irá
teniendo menos despertares nocturnos. Pero a nivel cerebral aún no
tienen instaurados los patrones de sueño y vigilia. Será a los 6
meses cuando se produzca una diferenciación de los mismos y el sueño
no dependerá tanto de variables fisiológicas, durmiendo más
durante la noche y permaneciendo despierto durante el día. Alrededor
de los 6 meses, poco a poco el sueño se va asemejando al del adulto.
Durante el desarrollo del niño puede haber
etapas de cambios en las que se produzcan alteraciones en el sueño,
por ejemplo el cambio de la cuna a la cama. Otro caso ocurre en torno
al año de vida, pues experimentan un aumento en su actividad motora.
Este hito evolutivo hace que la activación sea mayor y al niño le
cueste más quedarse dormido.
Donde debemos centrar nuestra atención es en aquellos casos en que no se deba a un factor evolutivo, normal y transitorio.
Los motivos que normalmente presentan los padres que vienen a consulta son:
- Tarda mucho en quedarse dormido, y al no poder adquirir el sueño, llaman a sus padres o se levantan a buscarles.
- Se despierta muchas veces en la noche. En todas las personas se dan microdespertares de los que no se es consciente, y tras los cuales se vuelven a dormir. Sin embargo, los niños con este problema se despiertan totalmente ante estos cambios y se desvelan en diferentes momentos de la noche.
- Tiene miedo a quedarse solo en la habitación. Los niños con miedo a la oscuridad no quieren quedarse solos en su habitación a la hora de dormir, pero además esta conducta suele ocurrir en otras situaciones y no solo en el sueño. Estos niños piden al adulto que esté a su lado para sentirse seguros.
- Tiene muchas pesadillas. En torno a los 3 años de edad, en la llamada edad de la imaginación, se da un aumento en la probabilidad de que el sujeto presente pesadillas o terrores nocturnos.
Hablaremos de pesadillas cuando el niño se acuerde de la temática de las mismas al despertar y tengan lugar en las últimas horas del sueño. Sin embargo, hablaremos de terrores nocturnos, cuando el sujeto no recuerde lo que ha soñado, se despierte en mitad de la noche, en torno a las 2 ó 3 de la mañana con un estado de nerviosismo y sudores fríos. Con las pesadillas, como las recuerda, puede tener miedo de que pueda ocurrirle de verdad lo que ha soñado o temer soñar lo mismo, por lo que le costará retomar el sueño. También pueden presentar pesadillas si tienen un acontecimiento que le genere ansiedad, como por ejemplo un examen.
Es
importante evaluar el problema para analizar cuáles son las causas o
los factores que hacen que el problema se mantenga en el tiempo, para
averiguar que pautas pueden seguirse a la hora de erradicar el
problema, por lo que se recomienda consultar a un profesional cuando
se detecte algún tipo de dificultad.
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