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jueves, 18 de diciembre de 2014

La sobreprotección

¿Qué entendemos por sobreprotección?

¿somos conscientes del perjuicio que causamos a nuestros hijos?

En el siguiente artículos vemos como los procesos de cuidados a nuestros hijos pueden dañarlos sin que nos demos cuenta de ello.

En el artículo se analizan cuales son los peligros que conlleva no saber o no detectar a tiempo la conducta de los padres en el cuidado a sus hijos.



La raza humana, como muchas razas animales, posee el instinto de protección al prójimo de manera innata. Una vez la mujer da a luz, su organismo genera una serie de hormonas cuyo objetivo es facilitar la supervivencia del recién nacido.

Los humanos somos los que más alargamos el periodo de cuidado de nuestros hijos; mientras algunos animales se separan de ellos al poco tiempo de nacer, la raza humana dedica años al cuidado y la crianza, por razones obvias; dado que nuestro cerebro adquiere las capacidades de manera escalonada y las va perfeccionando poco a poco, nuestra supervivencia quedaría en peligro sin el cuidado de un mayor.

Este proceso de cuidado hace referencia a la denominada “protección”. Si dejamos a un lado este aspecto instintivo y miramos más allá, encontramos en muchos padres la voluntad de “sobreprotección”. Se da cuando no solo se cubren las necesidades básicas de los hijos, sino que, además, se les imposibilita el uso y desarrollo de las capacidades personales a medida que van adquiriéndolas.

Son padres que hablan por sus hijos, sin darles la oportunidad de elegir; que solucionan todos sus problemas, sin darles la oportunidad de aprender de ellos; que no establecen normas de comportamiento y que no ofrecen consecuencias a determinadas conductas, para evitarles un sufrimiento que, para muchos, puede dañar su autoestima y la relación familiar.

Pero, ¿qué verdad existe en las creencias que comparten los padres sobreprotectores? Quizás la sobreprotección tenga beneficios a corto plazo.


En un momento dado, parece razonable pensar que dicha sobreprotección puede hacer feliz a la persona. No obstante, si miramos más allá y entendemos la figura del niño como adulto en un futuro (mucho menos lejano del que muchos padres se imaginan), entenderemos que a largo plazo no genera beneficios para nuestro hijo.

¿Qué peligros conlleva la sobreprotección?

1- Imposibilidad de desarrollar sus habilidades

Con la sobreprotección estamos impidiendo el desarrollo de habilidades tan importantes como la solución de problemas, la generación de alternativas, la empatía y la autonomía, entre otros.
La primera fuente de aprendizaje significativo se da mediante la experiencia directa, y para que se dé, deben darse experiencias directas. El niño que no se cae en el parque no entiende que debe ir con cuidado si no se quiere lastimar. El niño que no necesita pedir agua porque siempre la tiene disponible, no va a aprender a verbalizar sus necesidades. El niño al que no se le asignan pequeñas responsabilidades adaptadas a su edad, no aprenderá a hacerse cargo de asuntos importantes.

Las habilidades se mejoran con la práctica. Si no hay práctica, no mejoran. Si no mejoran, estamos mermando la capacidad de desarrollo personal.

2- Inseguridad

Con el tiempo, estaremos creando personas inseguras. Si no le hemos dado las herramientas para solucionar sus propios problemas sin la ayuda de los demás, se verá incapaz de enfrentarse a ello por sí solo.

3- Personalidad dependiente

Ante lo anterior, desarrollará una personalidad dependiente que le imposibilitará dar un paso sin la ayuda de los demás. De esta manera, la sobreprotección imposibilita la autonomía personal. A la larga, además, su autoestima y su autoconcepto también pueden verse mermados.

4- Imposibilidad de aprender de sus errores

Si evitamos que el niño se haga cargo de sus responsabilidades, estaremos impidiendo que sea consciente de sus puntos fuertes y sus puntos débiles. No podrá recibir información de lo que debe mejorar, de la misma manera que tampoco podrá demostrar qué realiza de manera correcta para conseguir el refuerzo de la sociedad.

Esta privación de feedback personal mermará su capacidad de autocrítica, por lo que no sabrá aceptar sus errores ni aprender de ellos.

5- Insatisfacción

Todo ello, con los años, genera insatisfacción generalizada. A la larga, esta insatisfacción puede afectar a todos los ámbitos de la vida, sobre todo al personal. Con la sobreprotección, al niño convertido en adulto se le hará verdaderamente difícil mantener una vida ordenada y positiva; pueden ser frecuentes los problemas laborales, las relaciones tóxicas, y la imposibilidad de crear vínculos positivos basados en el respeto hacia la otra persona y hacia sí mismo.

Si bien puede parecer razonable querer educar a nuestros hijos sin ningún tipo de preocupaciones para poder garantizar su felicidad, con el paso de los años esta sobreprotección puede crear adultos no preparados para las situaciones que genera la vida. El proceso de crianza infantil debe contener también unas dosis de responsabilidad muy necesaria hoy en día.

Mireia Navarro Licenciada en Psicología (Universitat de València), con Master en Psicología y Gestión Familiar. Experiencia en psicología clínica y educativa. Servicio de Psicología domiciliaria. Intervención en contextos naturales
(Fuente: psicopedia.org)
Psicóloga General Sanitaria de Isanep

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