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lunes, 11 de mayo de 2015

RELACIÓN ALZHEIMER Y DEPRESIÓN

Se ha publicado un artículo en la revista Neurology donde se relacionan los estados depresivos, ansiosos, pérdidas de apetito y trastornos del sueño antes de aparecer las pérdidas de memoria en los pacientes de Alzheimer.



El estudio ha sido realizado por la Dra Catherine Rue con más de 2400 personas y fue sorprendente que el doble de las personas que terminaron siendo diagnosticadas de demencias previamente lo fueron de depresión.

Si quieres saber más sobre este artículo puedes seguir el siguiente enlace:
http://www.larazon.es/salud/objetivo-bienestar/los-pacientes-de-alzheimer-tienen-el-doble-de-YY9661818#.Ttt12yQR27elLRP

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lunes, 23 de marzo de 2015

La depresión en las personas con síndrome de Down

Alrededor del 20% de las personas con síndrome de Down  padece de depresión en algún momento de su vida.


Estas personas experimentan ante acontecimientos estresantes las mismas emociones y sentimientos (positivos o negativos) que cualquier persona.

Depresión en personas con síndrome de down

Así como las personas con síndrome de Down son susceptibles de tener enfermedades como el resto de la población, también son susceptibles de experimentar depresión.

No suele expresarse a través de la palabra sino por pérdida de habilidades y cambios de comportamientos.

¿Cuáles son los signos o síntomas de la depresión?

Es importante que cualquier signo y/o síntoma de depresión sea evaluado minuciosamente para determinar si corresponde a una condición biológica o médica, como ataques, o a una condición en sí misma, depresión.

En personas con síndrome de Down, la depresión suele manifestarse de manera diferente. Debido a limitaciones conceptuales y de articulación, tienden a verbalizar menos sentimientos de tristeza, culpa o bajo autoestima. Aun así, es posible observar cambios en el estado de ánimo, como mayor irritabilidad, letargo o apatía; y cambios en el comportamiento como ensimismamiento, perdida de interés en actividades que antes disfrutaba, fatiga, falta de energía y  alteraciones en el sueño y apetito, ya sea mayor o menor. De igual forma, puede que haya una desaceleración en los movimientos y un cese en la actividad física. También puede incrementar la auto-plática o puede ocurrir con mayor incidencia en entornos públicos.

Estos cambios pueden ser fácilmente interpretados por el cuidador, una vez se reconoce este comportamiento como depresión.

Usualmente, la depresión es obviada por las familias porque se les ha dicho que los signos y síntomas son propiamente el “síndrome de Down". Además, estos signos y/o síntomas suelen ser malinterpretados como demencia o enfermedad de Alzheimer.

Son los padres, por lo general, los primeros en notar estos signos/síntomas y es importante que se consulte a un profesional para evitar medidas de mayor magnitud en el futuro, como la ubicación en un centro psiquiátrico.

¿Qué puede causar depresión en alguien con síndrome de Down?

La depresión puede darse como resultado del estrés (agudo), como el causado por la muerte de un familiar, o desarrollarse como una condición crónica.  Un historial reciente de la vida de la persona es necesario para determinar el problema, si es posible, e identificar sistemas de apoyo disponibles. La evaluación debe ser llevada a cabo conforme al nivel cognitivo y de desarrollo del individuo.
En la condición de síndrome de Down, en cuanto la persona envejece, la función mental y el apoyo social tienden a bajar, lo que da oportunidad a que la depresión aparezca. Los adultos con síndrome de Down pueden experimentar aislamiento, cambios en el hogar y la falta de habilidades para adaptarse y de oportunidades para socializar. Todos estos factores pueden afectar la autoestima, llevar a la persona al descuido y a la depresión.

A menudo, los adultos con síndrome de Down no cuentan con la oportunidad de tomar sus propias decisiones en áreas en las que son capaces, por ejemplo en actividades sociales, corte de cabello, a la hora de vestir, etc. Al ser tratados como niños es posible que sientan poco o ningún control sobre sus vidas. Las personas que cuidan de estos adultos tienden a ignorar los sistemas de apoyo, a sobreprotegerlos  y/o a tomar acciones disciplinarias inapropiadas hacia la persona con síndrome de Down.

 ¿Qué se puede hacer para prevenir/aliviar la depresión?

En la actualidad, muchos médicos, psicólogos y otros profesionales de la salud mental cuentan con poca formación en condiciones psiquiátricas e incapacidad intelectual, dando pie a diagnósticos equivocados o ausencia del mismo.  El cuadro clínico de la depresión en personas con síndrome de Down puede variar al de una persona sin un déficit cognitivo. Se sugiere adoptar un enfoque preventivo de la depresión en personas con síndrome de Down.  De darse la oportunidad de tener más control sobre sus propias vidas, la probabilidad de tener depresión se reducirá.

Es importante que las familias y los profesionales de la salud mental conozcan y estén pendientes de los primeros signos de depresión en personas con discapacidad intelectual, de manera que el diagnóstico y el tratamiento respectivo puedan comenzar de inmediato. Se sabe que hay más problemas de comportamiento cuando las personas están aburridas y cuando no se sienten incluidos ni valorados en una estructura social.

Cuando se logra un diagnóstico temprano, es importante que el plan de tratamiento sea personalizado y que se lleve el seguimiento adecuado. De igual modo, es fundamental que el tratamiento incluya el mejor ambiente y calidad de vida posible. En caso de ser necesario el uso de medicamentos antidepresivos, es fundamental informar a las familias de los efectos secundarios y de la prevención de estos a través de análisis periódicos de sangre y periodos de descanso en la toma del medicamento.

Aún falta estudio sobre  la depresión en personas con síndrome de Down. Entender por qué una persona se siente deprimida y aliviar estas razones es aún una tarea desafiante. La prevención, la intervención y el seguimiento de la depresión en personas con síndrome de Down son posibles si se trabaja en equipo entre individuo, familia y profesionales de la salud mental.

Maria del Águila Gutiérrez, AN-08181. Psicóloga General Sanitaria 

Tómese como referencia y fuente principal el National Down Syndrome Congress. Realizado y aprobado por el Consejo Asesor Profesional. National Down Syndrome Congress, marzo de 1992. Revisado y evaluado en febrero del 2006.

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lunes, 15 de diciembre de 2014

DEPRESIÓN Y OBESIDAD

Vemos en el siguiente artículo como Marmorstein ha conseguido resultados en su estudio que nos llevan a pensar en la relación entre la depresión y la obesidad.



La autora aclara que este estudio no fue diseñado para investigar las razones de estas asociaciones, pero sí que sería posible establecer algunas explicaciones, como que una persona al padecer depresión puede conducir a la obesidad a través de un aumento del apetito, de los patrones de sueño o de la falta de actividad física, y a la inversa, la obesidad puede llevar a la depresión por el aumento del peso, la falta de autoestima.



La depresión y la obesidad se han asociado habitualmente, pero cómo evoluciona esta relación a lo largo del tiempo no está del todo claro. Una nueva investigación realizada en la Universidad de Rutgers-Camden muestra que las adolescentes que sufren cualquiera de estas dos enfermedades tiene un mayor riesgo de padecer la otra a medida que crecen.

“La adolescencia es un periodo de desarrollo clave para la obesidad y la depresión, así que pensamos que sería significativo estudiar la aparición de estos trastornos a una edad temprana”, dice Naomi Marmorstein, profesora asociada de psicología en la Rutgers-Camden.

Mediante la evaluación de una muestra de más de 1.500 hombres y mujeres en Minnesota durante un período de más de 10 años, Marmorstein y dos colegas encontraron que la depresión que aparece en la adolescencia temprana en las mujeres predice la obesidad al final de la adolescencia.

Por otra parte, la obesidad que se produce en la adolescencia tardía en las mujeres predice la aparición de la depresión en la adultez temprana. No se encontraron asociaciones significativas entre los dos trastornos a lo largo del tiempo en los varones de este estudio.

Cuando los investigadores han intentado establecer relaciones temporales entre obesidad y depresión los resultados no han sido claros. Algunos encontraron que la depresión y la obesidad van de la mano, mientras que otros no vieron esa conexión. Este estudio ha tratado de dar el siguiente paso en el esclarecimiento de esta relación, siguiendo en el tiempo a una muestra de jóvenes de entre 11 y 24 años.

El método utilizado en la investigación incluyó la recurrencia o persistencia de la depresión y la obesidad a lo largo del tiempo en lugar de centrarse en el inicio de cada trastorno. Los participantes en el estudio de Marmorstein fueron evaluados a los 11, 14, 17, 20 y 24 años mediante el uso de mediciones de altura y peso y el diagnóstico basado en entrevistas clínicas de trastorno depresivo mayor.

Marmorstein hace hincapié en que este estudio no fue diseñado para investigar las razones de estas asociaciones, pero sí que es posible establecer algunas explicaciones. Para la autora del estudio la depresión puede conducir a la obesidad a través de un aumento del apetito, de los patrones de sueño o de la falta de actividad física, mientras que la obesidad puede llevar a la depresión debido a variables como el estigma del peso, la falta de autoestima y la movilidad reducida.

Cuando una persona es joven aún están en desarrollo sus patrones de alimentación y de actividad, así como los mecanismos de supervivencia “, explica Marmorstein “En esta línea, si se llega a experimentar un episodio depresivo a los 14 años, es razonable pensar que exista un mayor riesgo de establecerse patrones poco saludables que perduren en el tiempo”.

Un niño que es obeso puede ser más susceptible a los mensajes sociales negativos acerca de la obesidad o las burlas, lo que podría contribuir a la depresión. A esta edad, los adolescentes están comenzando a establecer relaciones convirtiéndose en auto-conscientes, así que las burlas pueden ser particularmente dolorosas.

Los esfuerzos de prevención dirigidos a ambos trastornos al mismo tiempo, cuando uno de ellos se diagnostica en adolescentes podrían ayudar en la disminución de su prevalencia y comorbilidad.
Cuando una adolescente recibe tratamiento para la depresión, debería considerarse la incorporación de estrategias relacionadas con la alimentación y la actividad saludable. El ejercicio puede ayudar en el tratamiento de la depresión, para empezar , por lo que parece ser una buena razón para combinar los esfuerzos de prevención de la depresión y la obesidad.

Marmorstein manifiesta desconocer por qué no se encontraron asociaciones a través del tiempo entre los dos trastornos en los adolescentes varones, pero maneja la hipótesis de que podría ser el resultado de diferentes procesos de desarrollo que conducen a la obesidad y la depresión en hombres y mujeres.

Jose Manuel Garrido Psicólogo. 
Experto Universitario en RRHH, Máster en Práctica Clínica y Forense y Especialista en Hipnosis Terapéutica. Titular del Centro Psicosoma Huelva, Psicólogo Online en Diván Psicólogos y Coordinador y Editor de Psicopedia. G+
(Fuente: psicopedia.org)

Psicóloga General Sanitaria de Isanep

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