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lunes, 15 de junio de 2015

Los beneficios de la inteligencia emocional.

La importancia de adquirir la inteligencia emocional desde pequeños


Compartimos hoy este video en el que desde el CEIP Gloria Fuertes, en Tudela de Duero, nos muestran como trabajan la inteligencia emocional con los más pequeños.



La educación emocional es vital para niños no sólo pre-escolares, sino que es fundamental fomentarla en todas las etapas de la niñez y adolescencia. Gracias a una adecuada inteligencia emocional somos capaces de gestionar correctamente nuestras emociones, entendiendo y manejando tanto nuestras propias emociones como las de quienes nos rodean.



Beneficios de la educación emocional

Los beneficios que esta adecuada educación emocional nos reporta influyen directamente en las habilidades sociales, resolución de conflictos interpersonales, autocontrol emocional, autoestima, etc. Por lo que, sin duda, es un gran acierto apostar por la enseñanza de todas estas habilidades en el colegio, ya que son fundamentales para el éxito y la adaptación del niño en todos los futuros ámbitos de su vida.


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lunes, 15 de diciembre de 2014

DEPRESIÓN Y OBESIDAD

Vemos en el siguiente artículo como Marmorstein ha conseguido resultados en su estudio que nos llevan a pensar en la relación entre la depresión y la obesidad.



La autora aclara que este estudio no fue diseñado para investigar las razones de estas asociaciones, pero sí que sería posible establecer algunas explicaciones, como que una persona al padecer depresión puede conducir a la obesidad a través de un aumento del apetito, de los patrones de sueño o de la falta de actividad física, y a la inversa, la obesidad puede llevar a la depresión por el aumento del peso, la falta de autoestima.



La depresión y la obesidad se han asociado habitualmente, pero cómo evoluciona esta relación a lo largo del tiempo no está del todo claro. Una nueva investigación realizada en la Universidad de Rutgers-Camden muestra que las adolescentes que sufren cualquiera de estas dos enfermedades tiene un mayor riesgo de padecer la otra a medida que crecen.

“La adolescencia es un periodo de desarrollo clave para la obesidad y la depresión, así que pensamos que sería significativo estudiar la aparición de estos trastornos a una edad temprana”, dice Naomi Marmorstein, profesora asociada de psicología en la Rutgers-Camden.

Mediante la evaluación de una muestra de más de 1.500 hombres y mujeres en Minnesota durante un período de más de 10 años, Marmorstein y dos colegas encontraron que la depresión que aparece en la adolescencia temprana en las mujeres predice la obesidad al final de la adolescencia.

Por otra parte, la obesidad que se produce en la adolescencia tardía en las mujeres predice la aparición de la depresión en la adultez temprana. No se encontraron asociaciones significativas entre los dos trastornos a lo largo del tiempo en los varones de este estudio.

Cuando los investigadores han intentado establecer relaciones temporales entre obesidad y depresión los resultados no han sido claros. Algunos encontraron que la depresión y la obesidad van de la mano, mientras que otros no vieron esa conexión. Este estudio ha tratado de dar el siguiente paso en el esclarecimiento de esta relación, siguiendo en el tiempo a una muestra de jóvenes de entre 11 y 24 años.

El método utilizado en la investigación incluyó la recurrencia o persistencia de la depresión y la obesidad a lo largo del tiempo en lugar de centrarse en el inicio de cada trastorno. Los participantes en el estudio de Marmorstein fueron evaluados a los 11, 14, 17, 20 y 24 años mediante el uso de mediciones de altura y peso y el diagnóstico basado en entrevistas clínicas de trastorno depresivo mayor.

Marmorstein hace hincapié en que este estudio no fue diseñado para investigar las razones de estas asociaciones, pero sí que es posible establecer algunas explicaciones. Para la autora del estudio la depresión puede conducir a la obesidad a través de un aumento del apetito, de los patrones de sueño o de la falta de actividad física, mientras que la obesidad puede llevar a la depresión debido a variables como el estigma del peso, la falta de autoestima y la movilidad reducida.

Cuando una persona es joven aún están en desarrollo sus patrones de alimentación y de actividad, así como los mecanismos de supervivencia “, explica Marmorstein “En esta línea, si se llega a experimentar un episodio depresivo a los 14 años, es razonable pensar que exista un mayor riesgo de establecerse patrones poco saludables que perduren en el tiempo”.

Un niño que es obeso puede ser más susceptible a los mensajes sociales negativos acerca de la obesidad o las burlas, lo que podría contribuir a la depresión. A esta edad, los adolescentes están comenzando a establecer relaciones convirtiéndose en auto-conscientes, así que las burlas pueden ser particularmente dolorosas.

Los esfuerzos de prevención dirigidos a ambos trastornos al mismo tiempo, cuando uno de ellos se diagnostica en adolescentes podrían ayudar en la disminución de su prevalencia y comorbilidad.
Cuando una adolescente recibe tratamiento para la depresión, debería considerarse la incorporación de estrategias relacionadas con la alimentación y la actividad saludable. El ejercicio puede ayudar en el tratamiento de la depresión, para empezar , por lo que parece ser una buena razón para combinar los esfuerzos de prevención de la depresión y la obesidad.

Marmorstein manifiesta desconocer por qué no se encontraron asociaciones a través del tiempo entre los dos trastornos en los adolescentes varones, pero maneja la hipótesis de que podría ser el resultado de diferentes procesos de desarrollo que conducen a la obesidad y la depresión en hombres y mujeres.

Jose Manuel Garrido Psicólogo. 
Experto Universitario en RRHH, Máster en Práctica Clínica y Forense y Especialista en Hipnosis Terapéutica. Titular del Centro Psicosoma Huelva, Psicólogo Online en Diván Psicólogos y Coordinador y Editor de Psicopedia. G+
(Fuente: psicopedia.org)

Psicóloga General Sanitaria de Isanep

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jueves, 11 de diciembre de 2014

La Autoestima

En el siguiente artículo podemos apreciar cómo las personas se ven afectadas al no desarrollar adecuadamente lo que todos ahora llamamos “autoestima”.

¿Pero qué es la autoestima?


Parece que es una palabra que está de moda y que la usamos con mucha frecuencia. Este artículo nos viene a definir este constructo, que dicho sea de paso, es flexible y se puede, afortunadamente, mejorar.



La autoestima se desarrolla gradualmente durante toda la vida, a medida que vamos comprendiendo y aprendiendo del mundo que nos rodea, adquiriendo experiencias que nos dictan cómo nos enfrentamos a las situaciones y de ahí, cómo nos definimos a nosotros mismos. Cada etapa aporta impresiones, sentimientos e incluso, complicados razonamientos sobre el Yo. El resultado es un sentimiento generalizado de valía (o de incapacidad) que se llama Autoestima.

Para desarrollar la autoestima positiva se necesita tener una actitud de confianza frente sí mismo y actuar con seguridad frente a terceros, ser abiertos y flexible, valorar a los demás y aceptarlos como son; ser capaz de ser autónomo en sus decisiones, tener comunicación clara y directa, tener una actitud empática, es decir, capaz de conectarse con las necesidades de sus congéneres, asumir actitudes de compromiso, ser optimista en sus actividades…etc.

También incluye aprender de los errores, cuando una persona se equivoca y es capaz de reconocer y enmendar su equivocación, no se limita a auto-culparse, ni culpar a los otros. Tener actitud creativa y ser capaz de asumir los riesgos que implica una nueva tarea y evitar la crítica destructiva nos preparará emocionalmente para fortalecer nuestra Autoestima.

Por tanto, la autoestima se construye diariamente con nuestra propia percepción y la interacción con las personas que nos rodean. En muchas ocasiones los demás se encargan de validarnos o desconfirmarnos la idea que tenemos sobre nosotros mismos, por lo que pueden tener un aspecto positivo constructivo (nos analizamos, validamos nuestras fortalezas, mejoramos nuestros defectos…) y un aspecto negativo destructivo (nos comparamos, aceptamos la crítica sin cuestionar, nos venimos abajo, desciende nuestra autoestima).

Tres son las dimensiones básicas que agrupan a los diferentes factores que componen la autoestima:


1. Relación con uno mismo

Necesitamos conocernos, hacernos conscientes de nuestro potencial y nuestras necesidades reales; conseguir amarnos incondicionalmente y confiar en nosotros para lograr objetivos, hacer cambios positivos independientemente de las limitaciones que podamos tener o de las circunstancias externas que estemos viviendo:

  • Autoconocimiento, ¿Qué piensas de ti? ¿Reconoces tus necesidades, habilidades, cualidades, debilidades, limitantes, etc.?
  • Autoaceptación, ¿Te aceptas tal y como eres? ¿Perdonas tus errores?
  • Autovaloración, ¿Valoras tus cualidades? ¿Valoras tus esfuerzos?
  • Autosuperación, ¿Lideras tu vida? ¿Sabes lo que quieres?
  • Autorespeto, ¿Permites que te traten mal? ¿Aceptas tus emociones?


2. Relación con las experiencias vividas

Estamos influidos por diversos factores a lo largo de nuestro crecimiento (físico y emocional) por lo que cada experiencia cuenta, cada hecho y cada persona aporta su grano de arena en la concepción que tenemos sobre el mundo. Por lo que la relación que tengamos con nuestro pasado, presente, y planes de futuro influirá en cómo somos actualmente, y en cómo nos valoramos:

  • Lo que se dice y se cuenta, ¿Cómo cuentas tu vida? ¿Cuál es tu carta de presentación?
  • Vive en lo mejor de ti, ¿Comparto más mis fracasos que mis éxitos? ¿Soy capaz de ver el lado bueno de las cosas?
  • Observa y rescata el aprendizaje de un pasado doloroso, ¿Tus experiencias dolorosas condicionan tu presente? ¿Eres capaz de sacar un aprendizaje de ello?
  • Revive el pasado triunfal, ¿Recuerdas tus logros? ¿Estás orgulloso/a de ellos?
  • Observa de forma neutral, ¿Qué cambios quieres o necesitas? ¿Estás creciendo?

3. Relación con los demás


  • Observa qué es tuyo y qué de los demás, ¿Quién puede llevar razón?
  • Atrévete a recibir lo que hay bueno para ti, todos tenemos derecho a experiencias positivas sin desconfiar o ponerlas en cuarentena por considerarlas “anormales para nosotros”.
  • Ser asertivo/a, tu comunicación también es importante
  • Aprende a gestionar las críticas, algunas serán constructivas y otras destructivas, hay que cuidarse de las últimas.

En definitiva, la autoestima está compuesta por una serie elementos que pueden afectar más o menos a nuestra condición, y que tomados en consideración harán que logremos su clara mejoría y en consecuencia un mayor bienestar psicológico y personal con nuestra situación.

Beatriz Cerezo Licenciada en Psicología por la Universidad de La Laguna. Centrada en la terapia desde una perspectiva Cognitiva, Estratégica y Sistémica aportada por el Máster Cognitivo Social (Universidad de Barcelona), junto a la metodología integradora aportada por el Postgrado Constructivista (UB).
(Fuente: Psicopedia.org)
María José Luna Jiménez


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